Pensé en escribirte.
Tres simples letras: VEN.
Ven a despedirte como es debido, que es lo mínimo que merecemos.
Ven, que aún te espero con las lluvias de la tarde, y el vino de las noches estrelladas.
Ven, que aún ansío retratarte sin prestar atención a mis manos temblorosas.
Ven, porque aquí nada ha cambiado. Ni el amor ni el deseo mueren con la ausencia.
Ven y acaba el trabajo, dándome el golpe de gracia con un NO definitivo.
Pero VEN...