jueves, 26 de diciembre de 2013

Leerte


Leerte, 
cual partitura intrincada de una sinfonía exuberante, a veces caótica. 
Aprender tu compás.

Leerte, 
con la emoción y el sentimiento de Neruda,
poemarios hechos piel tersa, carne tierna, y sangre ardiente.

Leerte, 
cual haiku breve y absurdo o soneto rosa o plegaria del alma. 
Paradójica por tu dualidad: simple y compleja.

Leerte, 
con los ojos cerrados y las manos abiertas, y la proclama de ser literato ciego. 
Sean tus formas mi braile

Artista

Disculpa los trazos bruscos
y el temblor de mis manos;
son rudimentarias y torpes,
pero apasionadas por el lienzo.


Ese que se tiende ante mi
cuando en sueños dispongo
de tu espalda desnuda y confiada,
para trazar mil formas.


De colores invertidos,
un cielo claro en tu piel blanquecina,
un mar de estrellas oscuras
personificadas por tus pecas y lunares.


Perdona si desafino y pierdo notas,
la ansiedad me devora
cuando tan sólo imagino
tocarte como se toca un violonchelo.


Con firmeza y ternura a la vez,
acariciando tu cuello y tu vientre;
dejar que del fervor nazcan
acordes frenéticos y melodias sublimes.


Excusa la incoherencia de mis letras,
se revuelven con el recuerdo no vivido,
el encuentro no sucedido
y el anhelo no cumplido.


Ese de crear
con tu cuerpo como instrumento majestuoso,
con tu piel como lienzo en blanco,
con corazón como metrónomo acelerado
y con tu alma una oda al júbilo.